Quiero ser una ballena jorobada
Cuando la ansiedad se dispara demasiado, aprendí a construir espacios seguros. Esta semana, incluso ahora que escribo, me sumergí en los cantos de ballenas jorobadas. Su cadencia me relaja, hace que mis pensamientos dejen de correr tan rápido. Empecé a imaginarme flotando en el océano, sus profundidades, escuchando sus cantos vibrar en mi cuerpo. Como si yo también fuera una ballena que va andando por el mundo hace 200 años, comunicándome con otras especies de ballenas y transmitiendo lo que en nuestra tribu se acostumbra. ¿Es increíble, no? Las ballenas jorobadas tienen un sistema de comunicación y su propia cultura, que transmiten a lo largo del planeta.
El año pasado vi un documental de unas científicas que buscaban comunicarse y conversar para, a lo mejor, encontrar algo de información que no hemos podido ver aún. Porque nosotros, humanos, hemos vivido por encima del agua, con otro lenguaje. Paradójicamente con culturas y formas similares. Como la transmisión de información o tradiciones. Como la formación de una cultura.
En mi imaginación, si fuera una ballena en mi próxima vida no tendría que preocuparme de si llego a fin de mes o si me gusta mi trabajo. Sólo estaría flotando y respondiendo a mi instinto, a lo que sé que soy sin máscaras. Los animales no pueden fingir como nosotros, taparse (eso supongo). Por ahí mi único factor de estrés serían los buques pesqueros.
Si pudiera comunicarme con una ballena jorobada, estas palabras no me servirían. Este lenguaje en el que fui criada, y otros en los que elegí navegar, como el inglés, because there’s a thing about language que toma mi mente y la transforma, que me obsesiona. Las palabras me obsesionan, su sonido, the shape, la posibilidad de combinar lo que sé y la noción de que si escribo en español o en inglés, cambia hasta mi tono de voz. Los lenguajes me permiten expresar distintas partes de mi.
¿Qué parte se expresaría si hablara el lenguaje de las ballenas jorobadas?