Gabino
Eras la planta que crece en el rincón violetas estallando en el sol el marco de la puerta de madera rechinando con el viento chispazos de estrellas muertas el galope de un caballo haciendo eco entre tus frascos de pastillas blancos Eras la noche y el azul cerúleo de tu habitación los libros polvorientos las monedas en frascos de mermelada el olor dulcemente rancio del hogar que odiabas Eras hojas de papel de tus futuras obras en el escritorio, cerca de la ventana el sol de invierno, la yerba mojada Brecht Tu silencio se volvió un cúmulo de luciérnagas desparramadas en el aire brillando en la madrugada pero no pude verte Me desarmé como un revolver perdí la razón de ser
Hoy me acordé de la última vez que soñé con vos. Estabas feliz, radiante, me decías algo importante que olvidé durante años y me dolió no recordar, aunque fuera un sueño y vos ya no vivieras, para ir y preguntarte. Me decías que ibas a volver cuando menos lo esperara, de alguna forma y que ibas a estar ahí conmigo. Y no sé cómo hiciste, pero siento que volviste o quizás yo te recordé y quiero creer que estás acá, para transformar este dolor en algo más.
Volví a mirar el último e-mail que me mandaste en 2013 y estabas enojado, porque yo ya no podía ir a verte como antes, porque trabajaba demasiado y mi energía había bajado drásticamente. Sermones sobre lo ocupada que estas o sobre nada, abstenerse, por favor. Me dejé absorber tanto por el trabajo que no pude ver que vos te estabas hundiendo. Y es esa la versión de mi a la que nunca más quiero volver. Nunca más quiero verme absorbida por algo que no me interpela y me hace dejar de ver a la gente que quiero. El trabajo no puede tomar toda tu vida, sólo es un medio para un fin. Pero lo aprendí con los años.
En el correo me hacías un planteo digno de un chico de secundaria, me decías que te devuelva tu pen drive y que vaya a buscar mi grabador. Aca quedo tu grabador, involuntariamente (para que diablos lo querria yo que deje la facultad?). Y también me aclarabas que nuestra amistad estaba cancelada para siempre. Que te vaya muy bien en todo lo que hagas, pero vos y yo llegamos hasta acá.
Sé que si me decías todo eso, es porque en el fondo todavía te importaba. Yo estaba intentando manejar esto de ir a la facultad y trabajar, teniendo ambas cosas a casi 33 km de distancia. Eventualmente dejé las clases, no supe nada de mis compañeros, me sumergí en un mis tareas, en la rutina. Pasé por situaciones estresantes, compañeras de trabajo que me gritaban por equivocarme, mononucleosis y semanas con fiebre y sintiéndome muy mal, mi miedo a hablar en público aún sabiendo que necesitaba mejorarlo porque era parte del trabajo… Y cuando decidí irme, tuve que soportar a mi jefa llorar y desquitarse conmigo por avisarle una semana antes que necesitaba dejar ese lugar tan tóxico. Me hacés esto a propósito, me dijo y después me pidió disculpas por Instagram varios años después, como si eso fuera a devolverme algo del tiempo perdido y la energía. Fue la época que más enferma estuve. Infecciones urinarias a repetición, anginas con placas, todo el tiempo estaba en una guardia médica. Nada era como antes.
Cuando cursábamos y no trabajaba, todo era maravilloso. Pero quise probar la independencia económica, trabajar y dejar atrás la ayuda de mis padres. Decidí que mi libertad tenía que abrirse paso en el mundo. Eso incluía menos tiempo para vernos, claro. Cuando te crucé en la calle, varios meses después de ese e-mail, me contaste que te habían operado la pierna con tu clavo que molestaba. Estabas muy decaído, pero no sentía que me odiaras. Me sonreíste, aunque más bien parecía que nada te importaba demasiado. Pero fui optimista aún viéndote así y pensé que ibas a salir, pensé que ibas a seguir intentándolo.
En algún momento de ir y venir de la universidad, me crucé con compañeros que me contaron que habías decidido tomar un montón de pastillas para dormir y no despertarte más. Yo pensé que ibas a estar bien. A lo mejor me armé esa fantasía para no enfrentar la verdad. Desde que te conocí intuía que las cosas no iban a terminar bien para vos.
Puse todos mis esfuerzos para que te quedaras, hasta que decidí vivir mi vida, tomar otras decisiones que nos alejaron, pero nunca con la intención de dejarte u olvidar. Simplemente dejamos de encontrarnos donde siempre, vos te olvidaste que contabas conmigo, me dejaste de escribir, te armaste una fantasía donde yo era tu villana y te desquitaste. Y aún así, saber que te fuiste solo y que nadie te dio la mano antes de morir, me pegó tanto que aún hoy, en ocasiones, me cuesta aceptar que no estás.
Siempre me acuerdo de un e-mail que me mandaste, cuando recién nos conocíamos y que guardé porque me abrías la puerta a tu intimidad, a algo simple y cotidiano. Me acuerdo de ese hola yo amanecí con mucho frío, a las siete y media como siempre cuando Fede se va y lo vuelvo a leer, y los ojos se me llenan de agua y siento los espasmos en el pecho venir. Y lloro, porque te amé en tu locura, en tu genialidad, en tu generosidad, en todo lo que eras cuando tomábamos mates y me hablabas de tu obra sobre Sansón y el pelo, y Brecht mientras yo miraba tu biblioteca, una tarde de julio, cerca de tu ventana, al sol.
Para vos era escribir o morir Para mi escribir es reencontrarte